Bazar de Artesanías celebrado del 30 de septiembre al 2 de octubre en el Paseo de la Princesa en San Juan. | Foto por: Andrea G. Santiago Torres.
Por: Andrea G. Santiago Torres
Altos costos de producción y pocas ventas son solo algunas de las dificultades que sufren los artesanos puertorriqueños.
En los últimos años la clase artesanal de Puerto Rico se ha visto afectada de distintas maneras. Primero, en el 2017 cuando el huracán María azotó a la isla. Luego, en el 2020 cuando la pandemia del COVID-19 impidió que estos participaran de festivales y bazares. Hoy en día, el nuevo reto se llama inflación.
Según las estadísticas más recientes del Banco de Desarrollo Económico para Puerto Rico la tasa de inflación hasta febrero del 2023 se sitúa en un 5.80%; para febrero del 2022 esta calculaba un 4.70%.

“La economía de Puerto Rico está en un pico que no veía hace cerca de 15 años”, afirmó el economista José Caraballo haciendo referencia al exponencial crecimiento en la inflación que se experimentó en los meses de septiembre del 2021 a septiembre del 2022.
Estos aumentos complican el día a día de los artesanos de la isla, especialmente el de aquellos que dependen completamente de las ganancias adquiridas a través de las ventas para subsistir. La situación se vuelve aún más difícil dado el aumento en el costo de vida de Puerto Rico.
El Instituto de Estadísticas de Puerto Rico indica que en el tercer trimestre que componen los meses de entre julio y septiembre del año 2022 el índice del costo de vida en la isla se fijó en «100.4». La zona metropolitana de San Juan se sitúa en la posición número 94 entre las 304 jurisdicciones comparables de los Estados Unidos.

Cada vez más gastos
Daniel Rosa, artesano y presidente de la Federación de Artesanos de Puerto Rico, afirma que aproximadamente un 85% de la clase artesanal depende en su totalidad de la artesanía.
Para Evelyn Rivera esto ha sido su realidad por más de 35 años. Rivera o “Piedrita” como le llaman sus colegas artesanos, se ha dedicado por más de tres décadas únicamente a la artesanía. Es conocida, en su mayoría, por pintar estampas puertorriqueñas sobre pequeñas piedras. Aunque parte de sus piezas se componen de materiales que encuentra a su alrededor como semillas, desechos marinos y caracoles, ha experimentado el aumento de precios en las pinturas que utiliza en sus obras.

Al igual que Piedrita, la artesana Nilca Delgado se dedica a la pintura hace más de 8 años, esta en superficies como la yagua y madera. “La pintura en spray yo empecé comprándola en $3.50; ya está en $6 y pico. El barniz lo mismo; se compraba en $5 y pico y ya está en $11 y pico”, destaca Delgado.
A raíz de estos aumentos algunos artesanos han tenido que hacer cambios en los precios de sus piezas y hasta en la manera en que compran los materiales que utilizan para crearlas. Explica Rosa que para hacer las sandalias y distintos accesorios en piel que vende, originalmente compraba esta pieza clave en 80 dólares; ahora cuesta aproximadamente 160 dólares.
Mencionó Caraballo que “los artesanos han experimentado y van a continuar experimentando precios más altos en los materiales para realizar su trabajo y, a la misma vez, van a experimentar unos consumidores que estarán más reacios a comprar sus productos”.
Menos clientela
Los desastres naturales, la pandemia del COVID-19 y la inflación no solo han afectado el bolsillo del artesano, sino el del consumidor. Cada vez son menos las personas que deciden asistir a eventos en donde los artesanos venden sus creaciones; esto provoca menos ventas.

Rivera describe el cambio en la cantidad de personas que compran artesanías como un “brinco”. “El tiempo de antes era más próspero, por mucho […] Fue un brinco, no fue ni tan siquiera que ha ido cambiando”, comenta la artesana.
Algunos artesanos dependen completamente de eventos como festivales, ferias y bazares para poder vender sus creaciones, pero no existe garantía de que lograrán dicha misión. Menciona Delgado que es como “rifársela”. Añadió que uno de los días en los que asistió al Bazar de Artesanías, celebrado del 30 de septiembre al 2 de octubre en el Paseo de la Princesa en San Juan, no logró ninguna venta.
Sobre ese mismo bazar Cristina Lugo, quien realiza artesanías con desechos de mar, expresó que vendió menos de lo que acostumbra.
Escasez de ayudas económicas
A las pequeñas y medianas empresas en Puerto Rico se les llama “PyMEs”. Luego del paso del huracán Fiona por la isla, Manuel Cidre, secretario del Departamento de Desarrollo Económico y Comercio de Puerto Rico (DDEC), firmó una orden administrativa para asistir a dichas empresas ante los daños causados por el paso del fenómeno atmosférico. Con esta ordenó la creación del Programa de Recuperación Económica.
Aunque, en esencia, los artesanos y sus negocios son pequeñas y medianas empresas, estas no son consideradas como PyMEs por lo que no cualificaron para este incentivo económico. Los artesanos son Agentes No Retenedores por el código de artistas, mejor conocido como NAICS, que tienen asignado por lo que están exentos de pagar el Impuesto Sobre Ventas y Uso (IVU), esto representa la única diferencia entre las PyMEs y los artesanos, según Daniel Rosa.
Por tal razón, Rosa continúa con la misión de crear un proyecto de ley para que se cree una categoría dentro de las PyMEs en la que los artesanos sean incluidos para así poder gozar de este tipo de ayudas económicas.
La razón de ser
Aún con las dificultades que los artesanos enfrentan, cada día son más quienes se certifican. En el 2019 el DDEC anunció que en Puerto Rico había sobre 24,000 artesanos certificados. Aunque este número en el 2023 puede que varíe, dada la cantidad de artesanos que han optado por migrar a los Estados Unidos, son mucho más los que se han quedado en la isla.
Cristina Lugo, quien luego de la pandemia se mudó de vuelta a Puerto Rico para certificarse y vender sus piezas, expresó que una de las razones por las que decidió dedicarse a esto es por el impacto positivo que puede tener en las personas.
“Siempre he pensado que un artesano nace, tú no te haces artesano. Cuando tú eres artesano es porque tú llevas el alta en el corazón y tienes el don que Dios te dio para pintar o hacer cualquier cosa que se relacione con el arte”.
-Nilca Delgado
Damaris Alejandro, abogada de profesión y propietaria de “Bathfulness”, confecciona jabones saponificados, aceites y velas a mano, las que vende en su tiempo libre. Para ella la artesanía representa una manera de liberar el estrés y, a su vez, le resulta gratificante porque de esta forma puede darles el ejemplo a sus hijos de que para lograr sus metas hay que trabajar.
Artesanías que realizan Damaris Alejandro, Evelyn Rivera, Daniel Rosa, Nilca Delgado y Cristina Lugo. | Fotos por: Andrea G. Santiago Torres
A pesar de los múltiples retos que la clase artesanal ha enfrentado y actualmente enfrentan, son pocos los que se desaniman. La responsabilidad cultural y la comunidad de artesanos a la que muchos de ellos llaman “familia” ha sido suficiente para que este grupo de personas se mantengan firmes aún con los aumentos de precios. “¿Cómo quitarme? Si me ha traído [la artesanía] unos beneficios que yo no tengo palabras […] Que Dios me dé salud, porque tengo muchas ganas de seguir todavía”, sostuvo Evelyn Rivera.
Este reportaje fue actualizado y editado, para leer el original entre al siguiente enlace: Otro atropello para la clase artesanal de Puerto Rico