(Foto por Janson A.)

Por: Martha Quiñones Dominguez

¿Qué son los trabajadores? Se define como trabajador a la persona física que con la edad legal puede vender su fuerza de trabajo a cambio de un sueldo o salario. No se considera trabajador a los que realizan trabajos no remunerados como las amas de casas y los de cuidados o el trabajo infantil, aunque son trabajadores. Por ahí comienza la esclavitud laboral, el capitalismo-neoliberal necesita a esos trabajadores no remunerados para sobrevivir, sin los mismos el sistema se desmorona.

¿Qué es el salario o sueldo? Lo que se paga al trabajador es su fuerza de trabajo y no su trabajo, entonces el salario y el sueldo es el precio de su tiempo de trabajo y de su esfuerzo.

El trabajador vende, como mercancía su fuerza de trabajo, que los patronos o dueños de los medios de producción compran por una determinada cantidad de dinero para hacerlos trabajar durante un cierto periodo de tiempo. El trabajo puede ser físico o de creación. La ley establece que un trabajo a tiempo completo equivale a 8 horas diarias y 40 horas semanales. Pero, ¿por qué 8 horas?  Las 8 horas se fundamentaban en estudios que reflejaban que durante las primeras cuatro horas el trabajador habrá restituido el dinero que le van a pagar, y en las próximas cuatro horas produce más trabajo, lo que equivale a la ganancia neta: el valor más allá del valor de su fuerza de trabajo. En la legislación se reconoce que existen límites físicos de los seres humanos, que, si no descansan lo suficiente como para reponer su fuerza de trabajo en la forma debida, se irá produciendo un agotamiento intensivo con la consiguiente baja en rendimiento y daño a la salud. Además, se aspiraba a que el trabajador dedicara tiempo al ocio creativo o entretenimiento y al descanso (ocho horas de trabajo, ocho horas de recreación, ocho horas de descanso), de manera que se pueda mejorar la calidad de vida, que incluye bienestar físico, material, social, emocional, además de desarrollo.

Al introducirse las máquinas, estas no producen ningún valor nuevo, pero transfieren a las mercancías su valor en forma parcial que el trabajo humano crea a través de las mismas. El trabajador crea el valor y tiene la capacidad de hacer que los medios de producción transfieran su valor a los productos. Por lo tanto, el trabajador es necesario para producir y para crear ganancias, y lo debemos cuidar y evitar que se pierda para que pueda producir cada día más y si es posible que aumente su productividad en el mismo tiempo, mejor. 

Con las máquinas y la tecnología la productividad, o sea lo que produce el trabajador es mayor, así que ahora durante las primeras dos horas el trabajador habrá restituido el dinero que le van a pagar, y en las próximas seis horas produce más trabajo, lo que equivale a la ganancia neta: el valor más allá del valor de su fuerza de trabajo. Y si le añades que trabaje horas extras está produciendo más riquezas. Por eso, se saca más ganancias del trabajador cuando trabaja horas extras, introduces adelantos tecnológicos, o tratas de reducir las horas de trabajo, etc.

De la protección a la desprotección

La Ley Núm. 379 de 1948 asegura la jornada de 8 horas para evitar que no se esclavice al trabajador y promover que mejore su calidad de vida y la salud de su familia. La protección al trabajador está recogida en la legislación laboral que pretendía proteger de la precarización (contratación sin prestaciones o sin protección), y que es uno de los deberes ministeriales del Estado para con sus ciudadanos. En la misma, el Estado reconoce su carácter protector (como padre prudente, versión patriarcal del Estado) de la parte económica más débil de la relación laboral. Pero, cuando se pretende desreglamentar o cambiar las leyes laborales, se atenta contra el espíritu de lo que los legisladores de antaño habían estudiado y contemplado sobre las mejoras en los espacios laborales que beneficiarían a los trabajadores.

La esclavitud moderna tiene muchas formas

La esclavitud es tan disimulada, que convencen al trabajador que es por su bien y que gana más, pero no es así y menos ahora que no pagan las horas extras como dobles. Si le añadimos horas extras al trabajo de 8 horas, el patrono obtiene más ganancias, ya que no aumentan los gastos de la empresa, pero logra más producción y por ende más ganancias. 

Otra forma de conseguir que rindan más dentro de la jornada de trabajo, es lograr que sean más productivos y esto lo pueden hacer realizando cambios tecnológicos. Si se reduce la jornada de trabajo, pero el trabajador produce más debido a los adelantos tecnológicos, se aumentan las ganancias, pero se paga menos. En todas estas modalidades se reduce la calidad de vida del trabajador, además de su salario.

Se busca mejorar la productividad, pero no es para liberar al ser humano, sino para obtener más ganancia pagando menos. Producir más en poco tiempo y así lograr reducir el tiempo y aumentar las ganancias, cada día en el asunto de mejorar los procesos productivos, se busca reducir los costos de producción y la coordinación del trabajo. Otra forma de reducir los costos de producir y de coordinación del trabajo es el trabajo a tiempo parcial que, además de que el patrono economiza la parte que debe aportar por beneficios marginales y otros impuestos laborales, se presentan criterios diferentes según las horas de trabajo al mes para recibir beneficios.

En ese proceso se han diseñado nuevos puestos de trabajo o modalidades de trabajo desde los hogares conectados en internet. Es un área laboral no regulado y por lo tanto sujeto a no definir correctamente los costos de producir y quién paga por ellos. Cuando los trabajadores se quedan en su casa para hacer trabajo desde ahí (que cree que es mejor este trabajo pues no tiene que salir), los costos de producción se pasan al trabajador, coloca sus recursos para producir ganancias a sus patronos y a cambio sólo recibe compensación por su fuerza de trabajo (salario). Al no existir un régimen o marco legal que los cubra, sus contratos son los que van a definir, quién se ocupa de los gastos de infraestructura, quiénes renuevan los materiales, define qué sucede si se accidenta el trabajador en su hogar, quién paga sus aportes sociales (seguro social, desempleo, el seguro del fondo, seguro médico, etc.) y finalmente, cuál será su remuneración. No queda claro la línea que separa la precariedad (contratación sin prestaciones y sin protección), o si es trabajo flexible, pues se prolonga e intensifica su jornada, se reorganiza el mismo y se le asigna múltiples funciones. Esta es una nueva realidad laboral, en especial luego del COVID-19 con los cursos en línea (propiedad intelectual) en las universidades o trabajo remoto. Una pregunta que hay que hacer, si se diseñan cursos en línea y la institución universitaria se economiza los costos de infraestructura (agua, energía, internet, espacio), un profesor puede dar varias secciones con más estudiantes y hasta la institución se libra de recibir estudiantes (los cuales asumen que tienen que tener internet y computadora) entonces, ¿significa que se van a cobra más baratos estos cursos? La realidad es que NO son más baratos, pero las ganancias existen. Surgen múltiples preguntas sobre la situación laboral de estos docentes y con esos estudiantes. Pero como vivimos ilusionados con el internet, no nos tomamos el tiempo para reflexionar este asunto y su forma de precarizar la educación universitaria y de esclavizar al docente o al trabajador. Lo mismo pasa con el trabajador autónomo o “freelance” que cree que es dueño de su tiempo, pero en realidad se esclaviza.

Se argumenta que es para ayudar en la estabilidad económica y para que los empleados no pierdan sus puestos de trabajo. Nada más lejos de la realidad, lo que tenemos es más desempleo, empleos a tiempo parcial y estancamiento de la economía. La Junta de Control Fiscal impuso el paralizar los salarios de los trabajadores, con los argumentos que se conservan los puestos de trabajo y lograr economías, pero la realidad es que no ha resultado el problema, pues cada día tenemos menos puestos de trabajo. La disminución de horas de trabajo, lo que hace es incrementar el trabajo parcial involuntario de aquellos que trabajan tiempo completo, así como tiene un efecto de aumentar la proporción de empleados a tiempo parcial en relación a los empleos a tiempo completo (de forma precaria, sin contrato, sin protección y sin seguridad). Pensemos, cuántos empleos se han creado, nada, y se siguen destruyendo los empleos, es una modalidad de esclavitud.

Cuando hablamos de “ajuste fiscal” o “austeridad” se trabaja con el gasto público y los impuestos, regularmente se hacen ajustes recortando gastos de inversión social, mantenimiento o de productos sociales, sobrecargando a los empleados que quedan. Otra de las alternativas que ofrecen es dejar fijos los salarios, reducir beneficios, recortar días de trabajo y todos tienen efectos en los salarios de los trabajadores. Debemos preguntarnos, por qué no recortan los contratos de asesores externos, que recomiendan políticas perversas de “ajustes”, por qué los políticos no se atreven a decirle NO a esos asesores externos o a sus recomendaciones. Se requiere mucho valor y conocimiento para enfrentarlos y atreverse a defender al pueblo.

Las consecuencias sociales y económicas

Estas políticas públicas, la “reforma laboral”, la estrategia de “austeridad” y de “ajustes fiscales” son la fuente de destrucción de empleos además de precarizar la vida con empleos sin contratos o a tiempo parcial. Tiene efectos en los trabajadores que pierden su poder de negociar y se le exige moderación de los aumentos salariales, además de demonizarlos como los causantes del problema. Cada día el trabajador sigue perdiendo el poder adquisitivo de sus salarios para sostener el consumo y así la producción interna del país, cada día somos más pobres, el salario no alcanza para vivir.

El salario mínimo en Puerto Rico

Cuando se propuso un aumento escalonado en el salario mínimo federal como parte de hacer justicia laboral se recomendó un incremento de $8.50 la hora en el 2022, un año más tarde de $9.50 hasta llevarlo a $10.50 la hora, regulado por la inflación, ajustándose de tiempo en tiempo, según la pérdida de valor monetario del dólar. Esta propuesta reconoce que la inflación (ese aumento sostenido en los precios) tiene un efecto nocivo en los salarios. Hoy si ganas el mínimo federal $9.50 y trabajas por 40 horas semanales tu salario anual es de $19,760 que es un salario casi a “nivel de pobreza” para una familia, sin contar con la inflación y su efecto en el salario real. Pero la mayoría de los empleos son de menos de 20 horas, $9,880 al año. La realidad es que con los aumentos en la gasolina, los alimentos y la energía eléctrica ese $1.00 de aumento del 2022 desapareció y sigues más pobre.

En el caso de Puerto Rico más del 33% de los trabajadores cobran el salario mínimo, la mayoría en empresas privadas y sin beneficios, pues sus empleos son a tiempo parcial. En los Estados Unidos sólo el 16% y aun así hay Estados que ya han adoptado incrementos en su salario mínimo. Pero lo más increíble es que el Gobierno y la UPR son malos patronos que le pagan salarios cerca del salario mínimo de $7.25 la hora a sus empleados y no hacen gestiones para subirlos. Por eso el paro del Sindicato de la UPR, exigiendo que le paguen el nuevo salario mínimo.

Los efectos macroeconómicos del alza en el salario dependen de las características de cada economía y del comportamiento del mercado laboral. Son muchos los factores que inciden en la baja o estancamiento en los salarios con fines de obtener ganancia, pero el aumento en el salario mínimo es necesario para hacer justicia salarial a los trabajadores que día a día intentan mantener sus familias. En especial cuando muchos de estos trabajadores trabajan a jornada parcial, sin contratos y sin beneficios laborales. El objetivo de aumentar el salario mínimo es proteger el poder de compra de los trabajadores (comprar alimentos, pagar la casa, la gasolina, el agua, la energía eléctrica, los medicamentos, etc.), aliviar la pobreza y reducir la desigualdad del ingreso. Y ni hablar de tener hijos, pues te sumerge en mayor pobreza.

Así que cuando se plantea el aumento del salario mínimo se habla de hacer justicia salarial, pues cobrar el mínimo a tiempo completo, es estar cerca de la línea de pobreza que es de $20,000. El salario mínimo es una inversión directa en la economía y un mejor salario beneficia más a la economía. Se debe aprender que los beneficios a los trabajadores redundan en mejoras en la economía, que son inversiones que se hacen para que la economía y la sociedad esté mejor. Además, mejora la calidad de vida, la producción y la sociedad.

Los análisis deben ser basados en esa realidad de Puerto Rico y no en teoría sin contextualizar para poder crear alternativas que permitan lograr desarrollo y crecimiento económico. Siempre que se habla de aumentos en los salarios mínimos se dicen los mismos argumentos, que repetimos sin analizar, sin estudiar, y sin enmarcar en contextos históricos que expliquen cómo la sociedad y la economía han cambiado y se ajustan a los tiempos. Un aumento del salario mínimo, que se ajuste con la inflación es hacer justicia salarial parcial a los trabajadores. Pero debemos aspirar a tener empleos de tiempo completo, empleos dignos y una economía nacional fuerte y que provea para todos. Empleados a tiempo parcial es injusto pues son empleados precarios, sin posibilidad de mejorar su calidad de vida, tener casa, tener plan médico, tener carro, tener unos bienes y servicios que los ayuden. Debemos aspirar lo mejor para nuestros hermanos y hermanas, empleos para todos. La inflación, esos aumentos sostenidos en los precios, reduce nuestro poder de compra.

La estrategia de “austeridad”, de “ajuste fiscal” y de “reforma laboral” impuesta por la Junta de Control Fiscal provee una carga desigual hacia los trabajadores. Pues seguimos pagando los impuestos, pero no tenemos los bienes y servicios que esperamos del gobierno que afecta más a las mujeres, niños/as, ancianos/as, y los marginados. Es a estos grupos donde se recortan los bienes y servicios, son los que pagan la deuda pública, se le empuja a la pobreza, además de cortarle los planes médicos, los bonos, las horas extras, etc. Las políticas de “ajustes fiscales” afectan directamente a los salarios y sueldos de los empleados públicos, congelándolos e incluso disminuyéndolos, afectando los bienes y servicios que se ofrecen a la ciudadanía. Esta política de austeridad y recortes incide negativamente en la economía, impone fuertes impuestos, recorta los gastos públicos, principalmente los gastos sociales e infraestructura.

Debemos analizar y ser reflexivos sobre estas políticas públicas, sobre las propuestas neoliberales que recomiendan esos asesores externos y repiten en la Isla y sus efectos en la sociedad en vez de repetir argumentos sin estudiar y evaluar los impactos, en especial a todos en la economía. Las consecuencias es la reducción proporcional de los salarios, situación que tiene sus efectos en la economía y condenado a la economía a persistir la crisis. Recomendaciones como que a los menores de 24 años se les pague $4.25 la hora es fomentar la esclavitud moderna. Son jóvenes que no van a salir de la pobreza, no van a tener para pagar y los obliga a tener varios empleos, en donde los explotan. Ya bastante explotados están con el salario mínimo.

Persiste la crisis económica y sus efectos se distribuyen de forma desigual, los trabajadores los que construyen la economía la están pagando, a los trabajadores que les quitan sus beneficios mientras los poderosos económicamente (la clase política, la corrupción y sus asesores externos) no se ven afectados. El pueblo no tiene empleo (Ley 7-2009 también fue una recomendación de esos asesores externos), el pueblo paga los aumentos, los impuestos y no tiene retiro (las reformas al retiro también fueron recomendación de esos asesores externos), el pueblo tiene la pobreza, unos pocos la riqueza y la brecha se amplía entre los que tienen mucho y los que tienen poco. Mientras hay países que han reconocido que aumentando los salarios mínimos y hacerlo extensivo a todos los sectores económicos logran reducir los índices de pobreza, reducir la desigualdad y que redunda en crecimiento económico, aquí no se piensa en eso. Es sencillo al aumentar el salario mínimo es aumentar el valor nominal de los salarios, que logra que crezca el mercado mostrando los impactos positivos en la economía.

Y para el colmo, el precio de la vivienda está más caro debido a que los especuladores compran las mismas para alquilarlas a turistas y sacar dinero. 

La explotación laboral en el siglo XXI es considerada como compleja y de suma importancia, como lo pueden ser distintas formas de explotación. ¿Qué quiere decir esto? Siendo realista, se puede decir que la clase trabajadora está perdiendo más dinero del que le está entrando a su bolsillo por el empleo directo. En esas 8 horas de empleo, donde el trabajador está produciendo o brindándole algún servicio al patrono, está generando más dinero al patrono del que se le está compensando al trabajador. En un país donde el costo de vida es alto, además se atraviesa un momento en el que las situaciones socioeconómicas de los ciudadanos comunes están desprotegidas por la mal llamada “reforma laboral de 2017”, aplicada por la administración de Ricardo Roselló, cada día el sueldo no alcanza para vivir.

El lenguaje neoliberal o estrategias neo lingüísticas para perpetuar los abusos, es psicológico – te crea culpa, miedo, dudas, ambigüedad – busca que te comportes pasivo, que adoptes las opiniones. Pero con miedo no se encuentran las soluciones, hay que ser valiente y decir “NO, BASTA YA”, de abusos y cambiar ese discurso. Actualmente, vivimos en un archipiélago donde el 44.5% de la población vive en pobreza, 57% son niños, según el Censo del 2020. Con estas estadísticas, se puede ver la realidad del país en donde casi la mitad de la ciudadanía está en necesidad de ayudas económicas. El puertorriqueño no está viviendo, sino sobreviviendo, y a la vez construyendo las riquezas de las empresas con su explotación laboral.

Ni hablar de la situación laboral de las mujeres, en especial de las cuidadoras o trabajadoras domésticas remuneradas. O de los emigrantes sin papeles que trabajan en la construcción o en arreglos de residencias. Hay que entender que la explotación laboral más allá de ofrecer un mal salario y precarias condiciones de trabajo, también implica una serie de aspectos sociales, económicos, morales, físicos y mentales que afectan a los individuos. La esclavitud se asemeja con la explotación laboral, con la diferencia de que no se trata del poder absoluto que tiene un individuo sobre otro. Es el chantaje emocional, la persona no renuncia porque necesita ese ingreso y cree no poder conseguir otro empleo. Por eso la explotación laboral, incluye aspectos legales, económicos, psicológicos y de derechos humanos, sin distinguir edad ni sexo.

No podemos basar nuestra competitividad en la flexibilidad laboral, en la precarización del trabajo y en la austeridad fiscal, eso es esclavitud. Debemos volver a la política de industrialización y empresas de innovación, investigación y desarrollo, invirtiendo en tecnología y educación, pero sin descuidar lo social. De esta forma se puede dar dinamismo a la economía, crear los empleos necesarios y bien pagos, y encaminar al país hacia la equidad como objetivo para crecer y desarrollar, y reconocer que no se puede seguir sacrificando a los trabajadores. El Gobierno tiene una responsabilidad ministerial de defender y proteger a sus ciudadanos, a todos por igual.

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