Foto por: Reynaldo J. Hernández

Por: Hildamar Vilá, Ph.D.

"En gratitud y reconocimiento a Milly, quien, como el Principito, nos recuerda que lo esencial es invisible a los ojos". 

La historia se repite, lo olvidado retorna

A la luz de las velas escuché en la radio de batería un boletín advirtiendo sobre la emergencia: “En estos momentos las comunidades de Villa Calma e Ingenio en el pueblo de Toa Baja se están inundando. Exhortamos a los residentes del área a tomar todas las precauciones”.  Era la noche del 18 de septiembre y seguíamos bajo el efecto de las torrenciales lluvias del huracán Fiona. Milly, pensé, no puede ser. A la mañana siguiente, cuando logré tener conexión, le escribí y pronto recibí su respuesta: “pensé en ti toda la madrugada, abrazo apretao desde Villa Calma”. Junto a su mensaje me compartió un video que tomó desde el pequeño bote en que navegaba por la comunidad, documentando los daños y socorriendo a las familias que habían pasado el huracán en el segundo piso de sus residencias. Su casa estaba cubierta por varios pies de agua con lodo. La sensación de déjà vu no era ficticia: sí, era una dolorosa repetición del pasado que emergía con su correspondiente saldo de angustia. 

Conocí a Carmen Milagros (Milly) Chévere hace 5 años después del huracán María. Para ese entonces era una ex guardia de seguridad que, ante la crisis y el abandono institucional, asumió el liderato y comenzó a organizar las ayudas para sus vecinos que habían perdido todas sus pertenencias.  La marquesina de su casa se convirtió en centro de acopio y repartición, de encuentro y apoyo mutuo. Entre la magnitud del desastre y la autogestión, Milly se auto-descubrió como líder comunitaria y con el tiempo surgió ACUTAS, la Asociación de Comunidades Unidas Tomando Acción Solidaria. 

En aquel momento fuimos con una brigada de 30 estudiantes de la UPRA a realizar un censo de necesidades y recursos de la comunidad. El panorama era desolador: calles cubiertas de fango, de escombros, muebles, enseres, juguetes… Los objetos que una vez significaron un hogar ahora formaban montañas de basura. “Ustedes que están aquí hoy, van a ser parte bien importante de la historia de Puerto Rico”, vaticinó Milly. El censo realizado fue clave para que pudieran solicitar las ayudas que por derecho ciudadano tienen, más aún cuando pocas familias habían recibido asistencia federal.

De lo micro a lo macro. Los hallazgos del censo fueron reveladores no sólo del perfil sociodemográfico y los estragos psicosociales de esta comunidad, sino que son indicadores de la creciente desigualdad en el país. En más de la mitad de los hogares, las mujeres son jefas de familia, madres solteras y desempleadas, con una abundante población envejeciente. El mayor grado de escolaridad es cuarto año de escuela superior, seguido por algún grado de escuela elemental. Asma, diabetes, presión alta, problemas del corazón, tiroides, artritis y cáncer, fueron las condiciones médicas que más se repetían. Mientras que la ansiedad, la depresión, el estrés post-traumático y los ataques de pánico fueron los síntomas de salud mental mayormente identificados. 

Villa Calma es uno de los barrios más empobrecidos del municipio de Toa Baja. Su historia se remonta al movimiento de rescate de terrenos en los años 70 por familias que buscaban un lugar digno para vivir. No obstante, la zona está sobre un humedal y rodeada por varios cuerpos de agua que la hacen propensa a inundaciones constantes.

“Estamos solicitando que nos saquen de aquí porque estas no son condiciones para vivir… tememos por nuestra vida. Ya le solicitamos al alcalde que nos reubique, y que sea un acomodo saludable y razonable”.

Recuerdo aquí uno de los principios básicos del psicoanálisis: estamos condenados a repetir de forma dolorosa aquello que -como sujetos y como cultura- ignoramos, eso que echamos al olvido y de lo que no queremos saber. 

El huracán Fiona se suma a una larga lista de situaciones que vienen ocurriendo en el archipiélago borincano desde antes del huracán María, incluyendo el consistente desvelamiento de la corrupción gubernamental y el trato hacia la población que suscitaron las protestas del verano 2019, el aumento en las políticas de austeridad y el colapso de las instituciones supuestas a cuidar del bien común y la pandemia de coronavirus. 

El pasado 23 de septiembre regresamos a Villa Calma a realizar un nuevo censo de necesidades. El efecto acumulativo de los estragos sociales era palpable en el estado anímico de muchas/os residentes. Frustración, tristeza, cansancio, coraje, impotencia fueron algunas de las palabras que se repetían. Si bien escuchamos el reconocimiento y la gratitud porque contaban con lo esencial -la vida-, no podemos menospreciar que muchas de estas personas -incluyendo a Milly- nuevamente perdieron todas las cosas que con mucho esfuerzo y trabajo lograron nuevamente tener. En esta y tantas otras comunidades son incontables las historias que dan cuenta de los efectos psicosociales de la desigualdad en el país, de esa brecha cada vez más abismal en el acceso a los recursos y los servicios esenciales para la salud física y mental de la población (Pacheco, 2016).

Del evento natural, al desastre social, al sufrimiento psíquico

Lo planteado hasta ahora a nivel local es un eco de las discusiones que se vienen suscitando en las altas esferas internacionales. El psiquiatra Dainius Pūras, principal vocero de salud de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), sostuvo en un reporte presentado en Ginebra, que las medidas de austeridad, la desigualdad y la precariedad laboral son un obstáculo clave para la salud mental a nivel mundial. “Las personas se sienten inseguras, se sienten ansiosas, no disfrutan de un buen bienestar emocional debido a esta situación de inseguridad. Muchos factores de riesgo para una pobre salud mental están estrechamente asociados con las desigualdades en las condiciones de la vida diaria, con el impacto corrosivo de ver la vida como algo injusto” (Rice-Oxley, 2019).

En los casos de desastres, diversidad de investigaciones enmarcadas en los determinantes sociales de la salud propuestos por la OMS y la ONU, puntúan que los factores de raza, clase social y sexo, estructuran la experiencia del desastre, de modo que las poblaciones marginadas son más vulnerables a las consecuencias de un evento natural y enfrentan mayores retos en su recuperación. La relación entre la vulnerabilidad y la desigualdad social es evidente cuando las poblaciones marginadas se ven forzadas a vivir en áreas peligrosas, inseguras y en casas pobremente construidas, como ha sido históricamente en el caso de Puerto Rico. Estos mismos grupos más vulnerables, debido a la falta de recursos económicos, también pudiesen estar en un mayor riesgo de desatar problemas de salud física y mental (Reid, 2013). Se ha constatado que el empobrecimiento y el desempleo pueden inducir al estrés, la depresión, el suicidio, el abuso de sustancias, y el desarrollo de déficits emocionales, cognitivos y físicos. A su vez, los recortes en los servicios de salud pueden provocar sentimientos de impotencia, confusión, enojo e inseguridad. Dentro de la crisis económica, la población más vulnerable es de “mujeres desempleadas o con bajos ingresos, las embarazadas, las madres solteras, las pensionistas y las víctimas de violencia machista”, lo que a su vez representa un factor para el aumento en las desigualdades de género (Pérez, et al, 2014). Para Pūras, la salud mental de la población general mejorará cuando los gobiernos tomen en serio cuestiones como la desigualdad, la pobreza y la discriminación. Su vasto reporte concluye que la mejor manera de invertir en la salud mental de las personas es crear un ambiente de apoyo mutuo en todos los entornos, en la familia, y el lugar de trabajo.

Volver a lo esencial… 

Regresar al Valle de la Calma fue mucho más que constatar la compleja realidad social plasmada hasta este punto. Sobre todas las cosas, fue volver a recordar lo esencial de la magia de dar y recibir. Fue llegar por fin al abrazo apretado y sanador de Milly, quien nos recibió con su energía contagiosa y su gratitud infinita en la fundación que con mucho esfuerzo ha gestado junto a tantas manos voluntarias y solidarias. Fue la invitación al café recién colado de Jackeline, mientras limpiaba su casa y me narraba cómo en medio del huracán salió al rescate de unos gatitos recién nacidos porque “son vida”. Fue la bendición de Doña Marina, también líder comunitaria y recién amputada de una pierna, cuando le conseguimos la donación de una cama y una nevera. Es el regalo de las estudiantes que me acompañaron con su bravo corazón, su férreo compromiso y su aguda inteligencia en esta pequeña gran misión de sostener el espíritu universitario en nuestra cultura. 

En medio del abandono que tiende a la repetición mortífera, la vuelta al barrio no fue un retorno a lo mismo, porque algo esencial había cambiado: llegamos a una comunidad mucho más empoderada gracias a la autogestión y la acción solidaria, uno de los mayores aprendizajes que observamos tras cada nuevo encuentro con las fuerzas de la naturaleza. Desde el Observatorio de Investigación Social nos reafirmamos en nuestro compromiso de colaborar con las comunidades y de documentar los estragos de la desigualdad, una y otra vez desveladas por las fuerzas de la naturaleza. Porque el verdadero desastre no es natural sino social. 

Hoy nuevamente despertamos con la oportunidad de escucharnos para practicar la empatía y comprender cómo el presente está atravesado por la historia; de unirnos en un bien común para gestar la solidaridad como la fuente inagotable que dio vida a la humanidad; de agradecer a todas las manos que han forjado y día a día siguen forjando el porvenir de nuestra cultura, que insiste y resiste como el antiguo árbol de Ausubo. 

Fotografías tomadas por Reynaldo J. Hernández

Referencias citadas:

Cybernews (Diciembre 19, 2019). En pobreza 50 por ciento o más de la población en 36 pueblos de Puerto Rico. Metro. Recuperado de:  https://www.metro.pr/pr/noticias/2019/12/19/en-pobreza-50-por-ciento-o-mas-de-la-poblacion-en-36-pueblos-de-puerto-rico.html

Mora Pérez, N. (13 Aug 2018). Golpeados por el abandono. El nuevo día. https://www.pressreader.com/

Pacheco, I. (14 mayo 2016). Puerto Rico es uno de los cinco países con más desigualdad social. Primera Hora.https://www.primerahora.com/noticias/puerto-rico/notas/puerto-rico-es-uno-de-los-cinco-paises-con-mas-desigualdad-social/

Pérez, G., Rodríguez, M., Domínguez, F., Cabeza, E. & Borrell, C. (2014). Indicadores para monitorizar la evolución de la crisis económica y sus efectos en la salud y en las desigualdades en salud. Informe SESPAS 2014. Gaceta Sanitaria.https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0213911114000922#bib0010

Rice-Oxley, M. (24 Jun 2019). Austerity and inequality fuelling mental illness, says top UN envoy. The Guardian. https://www.theguardian.com/society/2019/jun/24/austerity-and-inequality-fuelling-mental-illness-says-top-un-envoyReid, M. (Nov, 2013).  Disasters and Social Inequalities.  Sociology Compass, 7(11): 984-997.


Hildamar Vilá, Catedrática del Departamento de Ciencias Sociales y directora del Observatorio de Investigación Social de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo. «Reconozco y agradezco la colaboración de Carolina y Claudia Vélez, Génesis Figueroa, Emily Pagán, Steven Rivera y Pablo Llerandi en la realización y análisis del censo. De igual modo, extiendo mi mayor gratitud a nuestro fotógrafo colaborador, Reynaldo J. Hernández, por el regalo generoso de su arte y su mirada clara, compasiva y desveladora. Para más información pueden comunicarse o seguir nuestras redes: hilda.vila@upr.edu, https://linktr.ee/oisupra«.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s