Imagen suministrada: Lightspring/Shutterstock

Por: Keisha R. Vera Soto

La mascarilla, el accesorio principal que no pudo faltar en las fiestas. Luego de compartir en familia, de momento llega el sentir que la vida se ha quedado congelada en el tiempo. En un abrir y cerrar de ojos son las 12:00 de la mañana: es 2022.

El mundo dio un giro de 360 grados en tan solo dos años con la llegada de la pandemia del COVID-19 que aparenta ser interminable. No solo eso, consigo también trajo un desbalance social y educativo.

Se está viviendo un conflicto mundial que fue declarado a partir de la llegada de este virus. El tópico que hasta en la esquina del vecindario se escucha, como un lenguaje que todos entienden, pero que no todos coinciden debido a las diferencias de pensamiento de cada uno. Aquí es que la batalla se complica más de lo que debía ser. 

Todos están pasando por momentos difíciles y lo más que se necesita es empatía. Vacunados o no vacunados deben ser tratados de la misma manera, sin unos tener privilegios que el otro bando no tiene. Lamentablemente, la paz, lo que determina el fin a la guerra, no ha llegado. La lucha continúa siendo ardua. 

Como si esto fuera poco, también hay confrontaciones inagotables en la educación. Gran parte de los estudiantes se sienten ansiosos y preocupados de regresar a clases de manera presencial. A raíz de esto puede surgir la siguiente pregunta: ¿por qué se sienten de esta forma si todo aparenta estar en orden? Bueno, desde el exterior sí, todo se ve organizado y se refleja que toman las medidas debidas para evitar contagios y casos positivos. 

La realidad es que como lo pintan, solo es una ilusión de algo que se desea tener, pero no está. El sistema de desinfección y distanciamiento social en los salones de clases son casi inexistentes, cuando la seguridad del estudiantado debe ser la prioridad de cada institución. 

Las universidades, específicamente, las de Puerto Rico (UPR) están en constante peligro, con la inquietud de qué pasará con los recintos del país. Entre recortes, alegados cierres, insuficiencia de fondos administrativos, falta de empleados docentes y no docentes, entre otros factores se sumó la pandemia. 

Unos desean volver presencial y otros en línea o híbrido. Cada estudiante desea algo distinto, pero están en común acuerdo en que el sistema debe mejorar para obtener la educación de una manera más segura. De esta misma manera se debe fomentar la empatía, ya que el estudiantado necesita ser comprendido para alcanzar su meta de ser un profesional. 

El mundo continúa con una pandemia, pero, ¿hasta cuándo la educación en Puerto Rico continuará con estas deficiencias? 

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