Por Dereck Joel Ruiz Colón
El calor abrasador del mediodía consumía mi energía detrás de la mascarilla. El vapor de mi aliento empañaba el cristal de mis anteojos y mi respiración se aceleraba por la falta de aire. Pero aun así, mis ojos se mantenían atentos ante el majestuoso color que permanecía inmóvil y plasmado en la pared de un edificio hecho lienzo.
Me preguntaba cómo era posible que incluso al mirar la inmensa pared, mis oídos comenzaran a escuchar historias provenientes de mi propio pensamiento. Criaturas de ficción y matices extraños que solo gritaban el nombre Andy Warhol. Parecía una eterna antítesis entre mi visión y el sonido de mi pensar que luego se transformaron en las preguntas de un rebelde. ¿Cuál sería el propósito de esta obra de arte? ¿Qué beneficio obtendría la ciudad al tener aquella inmensa pieza justo en medio de la iglesia y la alcaldía?
Foto tomada por Dereck Ruiz.
Edificio/mural inspirado en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Mayagüez 2010.
La Sultana del Oeste o como todos la llaman… Mayagüez. Una ciudad donde el calor derrite los pensamientos pero el quehacer te otorga un propósito en rutina. Sin importar cuán caliente esté el día, algunas personas se visten de tela y mascarilla para comenzar la jornada. Aun así, todo me parecía una pintura de paisaje al ignorar las pocas personas que caminaban distanciados unos de los otros.
Solo me podía importar aquella plaza abaratada de estatuas, faroles, una fuente de agua y además verdes arbustos que al parecer solían ser inmensos. Era como ver una pintura de Monet cobrar vida ante mis ojos de plebeyo inculto.
La iglesia estaba a mi izquierda con sus ventanas en forma de arco y sus pequeños vitrales que capturaban la atención del más ateo. A mi derecha se imponía la alcaldía que lucía su grandeza descansando sobre seis corintias columnas. Pero, sin importar cuán estupenda lucia la arquitectura, no podía ocultarle a mis ojos aquel edificio repleto de colores, figuras y misticismo.

Foto tomada por Dereck Ruiz.
Iglesia Católica en la Plaza de Colón de Mayagüez.
Al acercarme al colorido edificio pude observar en sus ventanas unas grandes pegatinas que me resultaron conocidas. Un símbolo de fuego donde los colores rojo y naranja resaltaban sobre una letra “M” coloreada en verde y azul.
De repente mi atención se desvió a contemplar con nostalgia dos pequeñas criaturas que parecían ser niños con piel de fuego. “Claro, este edificio representa a los juegos Centroamericanos y esos son Mayi y Magüe, las mascotas del evento”, recordaba aquellos años de mi infancia.

Foto tomada por Dereck Ruiz.
El logo creado por Abner Gutiérrez y Mayra Maldonado simboliza la llama olímpica con los colores de la puesta del sol.
En el año 2010, Mayagüez tuvo el privilegio de celebrar los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Estos juegos son un evento multideportivo que se celebra cada 4 años desde 1926 en diferentes países de América Central y el Caribe.
Recordé, como si fuera ayer, el cambio estético y la inyección de belleza que recibió el pueblo. Murales, estatuas, edificios y vida en diferentes formas y colores se apoderaron de la Cuna de Hostos como si de un lienzo en blanco se tratara.
Sin embargo, han pasado diez años desde que los juegos culminaron su estadía en Mayagüez. ¿Seguirán con vida las obras de arte que embellecieron el pueblo en aquel entonces? “Mirándolo bien, al edificio le hace falta un retoque, la humedad está borrando la pintura y pierde poco a poco los detalles”, pensé.
“Alcaldía de Mayagüez, buenos días”. Una dulce voz me respondió al día siguiente al llamar a la alcaldía. Mi cabeza no podía parar de pensar en qué habría ocurrido con aquellos murales, estatuas e infraestructura producto de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de hace diez años.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por aquella dulce voz. “Te comunico con arte y cultura, lindo día”, respondió la recepcionista muy dispuesta a ayudar.
Seguramente la oficina de arte y cultura debía tener algún registro de los murales y las estatuas de ilustres personajes que decoraban la ciudad. “No, nosotros no tenemos nada de eso, somos arte y cultura”, respondió otra secretaria con voz severa y pausada. Comencé a preguntarme si realmente valoraban el arte plástico de la ciudad de las aguas puras.

Foto tomada por Dereck Ruiz.
Alcaldía de Mayagüez.
Hacer preguntas, interactuar e incluso respirar se ha vuelto complejo desde la llegada del COVID-19 a nuestras vidas. Aquel día en el que observaba el edificio multicolor en la plaza, decidí dar media vuelta y comenzar a caminar.
Mientras más me alejaba de la iglesia y la imponencia de la alcaldía, observaba mucho gris, humedad y abandono. El casco urbano parecía un pueblo fantasma repleto de soledad y tristeza.
Aquella imagen semejante a la pintura expresionista del gran Edvard Munch representaba la cruel caída económica de los pocos comercios que aún permanecían en pie rodeados de edificios vacíos. Habían desaparecido los colores y las pocas personas con sus rostros cubiertos. Luego de haber visto la majestuosidad de la plaza es evidente que el arte regala mucho a la economía incluso del casco urbano.

Foto tomada por Dereck Ruiz.
Alrededores de la Plaza del Mercado.
Solo me faltaba preguntar, así que no me conformé con las respuestas de la alcaldía y busqué la ayuda de un verdadero experto. ¿Qué le sucedía a la ciudad del mango?
“El arte se vuelve un foco para que se desarrollen pequeños y medianos comerciantes”, aseguró el Jeffry Valentín Mari, director del Departamento de Economía de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez.
A través de una llamada telefónica, varias de mis preguntas fueron aclaradas por la voz Valentín. Con claridad y certeza me demostró que el municipio, la economía y las artes plásticas pueden colaborar para el mejoramiento del casco urbano.
“Si se trabaja de manera efectiva se generan unas actividades económicas favorables para la ciudadanía y ni hablemos del turismo que venga del exterior e interior para conocer qué está ocurriendo”, añadió el director.
Valentín me aseguró que se produce una reacción en cadena que comienza con el embellecimiento de las zonas a través de las artes y estas, a su vez, abren paso al movimiento comercial de pequeñas y medianas empresas. De igual forma, me explicó cómo el municipio y el gobierno obtendrían sus ganancias a través del cobro de patentes e impuestos.
“Incluso, la criminalidad baja porque al embellecer una zona se disminuye el riesgo de que personas se aprovechen de lugares desolados para hacer sus actividades ilícitas. No tan solo es la parte monetaria, los que viven en la zona sentirán cierta estabilidad emocional gracias al embellecimiento del lugar en el que viven”, expresó el Dr. Jeffry Valentín Mari.
Mientras escuchaba las palabras de Valentín Mari todo me hacía sentido. La mayoría del casco urbano de Mayagüez solo poseía un tono sombrío y monocromático que no inspiraba a invertir ni en una tienda ambulante. Ni siquiera las luces de los semáforos, que observaba continuamente funcionaban. Parecía una película moderna del viejo oeste, sólo que en esta versión no había vaqueros, sino locales vacíos y negocios monótonos.

Foto tomada por Dereck Ruiz.
Edificio en ruinas y vandalizado cerca de la Plaza de Colón.
“¿Qué hay de los juegos Centroamericanos Dr. Valentín, olvidamos lo que nos regaló?”, recordé en un pestañeo. “Los juegos centroamericanos del 2010 hicieron a Mayagüez recibir un empuje financiero y monetario significante, y te puedo decir de buena fe que la ciudad embelleció para la celebración”, mencionaba con entusiasmo el Dr. Valentín. Pero como en cada historia, siempre existe un lado oscuro.
“El problema es que el Gobierno de Puerto Rico invierte en infraestructura y luego falla en el mantenimiento y la operación. Ahora mismo si vas por las facilidades construidas incluyendo el natatorio en el colegio de Mayagüez (UPRM) le hace falta una inversión de mantenimiento para un buen funcionamiento”, señaló Valentín Mari.
Mi temor se hizo más presente al escuchar la preocupación del doctor. Los Juegos Centroamericanos habían traído belleza y gloria a la Sultana del Oeste. Desafortunadamente, el poco mantenimiento a través de los años hizo decaer lo que algún día convirtió a la ciudad en un centro turístico. Poco a poco se olvidó el color y todo se fue tornando gris y triste para la economía y los residentes.
Valentín mencionó el gran éxito de la pequeña empresa Friends Café, que se ubicaba justo en un extremo de la plaza pública Mayagüez. Curiosamente se encontraba a mi derecha mientras contemplaba el edificio hecho lienzo de los Juegos Centroamericanos.

Foto tomada por Dereck Ruiz.
Uno de los tantos locales vacíos en el casco urbano de Mayagüez.
¿Se trataría de una coincidencia? No, es evidente que mientras más hermosa sea la zona, mayor potencial comercial tendría. Mayor fue la sorpresa que me llevé al descubrir que existe un segundo Friends Café… justo al frente del famoso Litoral, una zona recreativa construida también para los Juegos Centroamericanos del 2010.
No deja de molestarme el abandono de las piezas o la poca importancia que el municipio le presta. Pero aun así reconozco que Mayagüez es un pueblo repleto de talentos. Incluso, posee la Escuela Libre de Música Ernesto Ramos Antonini.
¿Qué habrían estado esperando para utilizar el talento de los jóvenes pintores de esta institución? Creo que hay mucho más allá que un aula de clases, existen paredes en toda una ciudad.

Foto tomada por Dereck Ruiz.
Casas antiguas abandonadas y muy cercanas a la Escuela Superior Eugenio María de Hostos.
Una ciudad con el potencial de transformarse en una obra de arte repleta de negocios y con una economía envidiable. El arte aporta a la economía del casco urbano de formas muy creativas. Es tiempo de hacer un poco de limpieza, plasmar esperanza en color y también darnos cuenta de que todo está conectado.No es tan difícil; talentos y paredes vacías hay demás en la Cuna de Hostos. Un casco urbano que pide a gritos una oportunidad para enriquecer la cultura y la economía de una ciudad, y los que en ella viven. Creemos la utopía y saquemos a Mayagüez del blanco y negro.
¡Excelente artículo!
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