Por Naisha Rivas Rivera
Las montañas son testigos de una hazaña sin precedentes. Un viaje que lleva consigo sorpresas agridulces que le dan diferentes matices a la misión. ¿La meta? Llegar a donde el aire es puro, la vista inimaginable y sus senderos instan a que se explore la naturaleza.
La subida ha sido ardua; la expectativa incrementa mientras el GPS lentamente me dirige a lo desconocido. Una travesía de dos horas que valdrá la pena al llegar a mi destino: la primera comunidad solar en Puerto Rico.
Al llegar a Toro Negro, en Ciales, su líder comunitario, José “Tito” Figueroa Pesquera, se encuentra en su casa a la espera de recibirme con su calor contagioso. Su hogar transmite paz, justo como el sonido del río que cruza por la comunidad.
Los 46 años que “Tito” Figueroa ha vivido en la comunidad le ha permitido ser una voz lúcida y capaz de relatarnos lo que han vivido en Toro Negro. Luego de sentarse en la silla blanca que se encuentra en su balcón, habla sobre los proyectos que la comunidad ha realizado.
“Luego de María lo más que nos afectó fue la falta de energía, el asunto de encender plantas eléctricas todo el tiempo y la escasez de gasolina», relata “Tito” Figueroa sobre sus vivencias tras el paso del huracan en 2017. «Ese problema nos llevó a concluir que nuestra necesidad principal en ese momento era la energía”.
Entre las organizaciones sin fines de lucro ‘Fundación Comunitaria de Puerto Rico’ y ‘Somos Solar’, explica, la comunidad recibió poco más de 400 mil dólares en donaciones para comenzar a comprar e instalar las placas solares.
Unos 60 residentes de la comunidad trabajaron y ofrecieron los techos de sus hogares para instalarles encima las placas solares encima. Para instalar las conexiones de los equipos, algunos las soterraron bajo tierra con sus propias manos.
Hoy, Toro Negro cuenta con 20 unidades de gestión distribuida de energía (mejor conocidas como “microgrids”) con las que se encuentran energizadas 28 residencias. A cambio, los residentes solo pagan un cargo de 10 dólares.
Si bien es cierto que la tarifa cambiará en cuanto el Negociado de Energía de Puerto Rico les autorice cobrarles a los residentes por consumo individual, “Tito” Figueroa explica que la ventaja del sistema es que nunca se quedarán sin el servicio.
La comunidad cuenta con una empresa llamada “Comunidad Solar Toro Negro Inc.”, la cual cuenta con una Junta de Directores que se encarga de sus asuntos administrativos y gerenciales. Mientras, los residentes se encargan de contratar a terceros para el mantenimiento de las placas solares, así como para el servicio al cliente, la facturación y el cobro.
“El huracán fue una experiencia inolvidable, el primer día el lugar parecía un campo de guerra, no había árbol en pie ni una sola hoja en las ramas, era todo tierra y el río creció como nunca», expresa “Tito” Figueroa. «El ciclón se llevó la tubería de agua y no se podía salir de aquí. Así que consumimos la poca gasolina que teníamos”.
Al relatarnos cómo el barrio se ha levantado, “Tito” emana orgullo de sus poros. Su esposa a su lado también sonríe al recordar lo mismo. Yo, del otro lado del balcón, disfruto del clima y de la hospitalidad que emana el monte.
“[Cuando] abrimos el camino por nuestra cuenta, ya que el municipio llegó al mes de ocurrida la catástrofe, eso fue suficiente para determinar que el proyecto era necesario”.
La calma en la comunidad nos ofrece una despedida tranquila; cada persona que conocimos, cada detalle ofrecido. Todo representa a una comunidad repleta de virtudes en las montañas de la primera comunidad solar de Puerto Rico en el barrio Toro Negro, en Ciales.
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