Astrid Piñeiro Vázquez fue nombrada como Procuradora de las Mujeres bajo la administración de la gobernadora Jenniffer González. Foto suministrada
Por: Kiara Maldonado Acevedo
Hace aproximadamente ocho años —la misma edad que hoy tiene su hija—, Astrid Piñeiro Vázquez solo quería realizar una compra en una tienda en Yabucoa, un espacio que frecuentaban mujeres, incluso hasta el personal. Llevaba a su bebé pegada al pecho, lactando, acompañada por su madre. Era un día normal, hasta que una empleada rompió la calma con una frase tan común como hiriente: “Vaya al baño a lactar”.
Para entonces, Piñeiro ya dirigía la Comisión de Asuntos de la Mujer en el Senado de Puerto Rico. Pero en ese instante no habló como funcionaria, el instinto de mamá leona se impuso.
“¿Tú comes en el baño?”, le dijo a la empleada, sin despegar a su hija del pecho. Aquel momento no terminó en discusión, sino en educación. Aun así, Piñeiro no se conformó con una respuesta. Decidió transformar esa indignación en acción y acudió a la Oficina de la Procuradora de las Mujeres —la misma que años más tarde dirigiría—, donde una abogada la representó y se logró una negociación.
No pidió multas para el establecimiento comercial, sino talleres de capacitación para el personal. Como parte del acuerdo, recibió una compensación económica que decidió guardar para su hija Amalia, para ella fue un gesto simbólico.
“Quiero que algún día, cuando ella lo entienda, sepa que mamá luchó por ella y por muchas otras”.
Una niña: una misión
Piñeiro es la única mujer entre los tres hijos del matrimonio de sus padres —quienes recientemente celebraron 45 años de casados— y además, la hija del medio. Explicó que su hogar fue su primera escuela, y que fue allí donde comenzó su lucha por los derechos de las mujeres.
“Me tocaba hacerle entender a mis papás que tenían que darnos un trato igual, y que no era justo que la nena se quedara leyendo libros en la casa, mientras que el varón podía compartir con los vecinos y yo no. Los horarios eran distintos. Desde ahí empecé a entender que había mucho por hacer», expresó la procuradora.
Desde la escuela elemental, demostró su liderazgo: era la representante en el consejo estudiantil y no se quedaba callada cuando algo no le parecía justo. Incluso, cuando sus compañeros sentían que había algo que decir pero no se atrevían, acudían a ella para que fuera quien alzara la voz por todos.
La política como herramienta
En séptimo grado realizaron una dinámica de un simulacro electoral en su escuela y ella tomó la decisión de participar. Fue Piñeiro quien se “echó encima” a representar una de las ideologías y organizó toda la escuela para el evento.
Piñeiro siempre vio la política como un mecanismo, para ella era el modo de llegar y en el que “nuestra voz podía ser escuchada y llevar nuestro mensaje.”
Aunque no tenía claro desde temprana edad que la política sería su camino, a los 18 años se convirtió en legisladora municipal de Yabucoa. Su contundencia fue quien la llevó a recibir una invitación para adentrarse en el mundo político.
Poco después, casi de forma paralela a su rol como legisladora municipal —cargo que ocupó en dos ocasiones—, Piñeiro comenzó a trabajar en el Senado de Puerto Rico. Allí dirigió la oficina de distrito en Humacao y presidió comisiones vinculadas a temas de la mujer y el deporte.
“Definitivamente amé lo que hacía, me encantaba. Yo sabía que estaba en lugares correctos en donde podía ayudar a gente, donde sí tenía un espacio en donde podía hablar y que me escucharan…Sentirme escuchada y porque era voz de mucha otra gente”.
Un sueño
Desde niña soñó con ser abogada, aunque su camino profesional comenzó por otra ruta. Completó un Bachillerato en Administración de Empresas en la Universidad Ana G. Méndez, seguido por una Maestría en Gerencia y Liderazgo Estratégico.
“Definitivamente, para ser jefe lo que realmente se necesita es ser líder, y eso no es lo mismo. Cuando uno lidera con el corazón y tiene las metas claras, el equipo responde. Para alcanzar esas metas, se necesita un equipo completo y enfocado en lograrlas…Incluso, la palabra ‘jefe’ ni siquiera me resulta simpática”.
Más adelante, retomó su anhelo de infancia al obtener un Juris Doctor con una concentración menor en Derecho Internacional en la Universidad Interamericana de Puerto Rico.
Antes de la silla
En el 2020, formó parte del equipo de la Comisionada Residente en Washington D.C. y actual gobernadora, Jenniffer González Colón, donde colaboró en el desarrollo de políticas públicas.

A inicios del 2025, Piñeiro figuró entre los primeros nombramientos anunciados por la mandataria para su gabinete, pero no para la silla que ocupa ahora, sino para la Oficina para el Desarrollo Socioeconómico y Comunitario de Puerto Rico (ODSEC), en el cual se dedicó a impactar comunidades vulnerables.
Un giro inesperado
El 31 de marzo fue confirmada por el Senado como Procuradora de las Mujeres, tras haber sido designada por la gobernadora el 19 de marzo.
Sin embargo, un día que parecía ser de celebración, detrás de su sonrisa, Piñeiro ocultaba un proceso. Pocos días atrás había sido diagnosticada con cáncer de mama. Pero fue el día de su confirmación que le explicaron lo que conllevaba su diagnóstico.
“Por favor, no importa todos los roles que ejerzas ni el trabajo que tengas, ve a chequearte, cuídate, atiéndete. En mi caso, esto me llegó sin invitación alguna antes de los 40 años, que es la edad en la que se supone que comencemos a hacernos la mamografía».
Su testimonio ha motivado a otras mujeres a realizarse exámenes preventivos. Algunas le han escrito para decirle que, gracias a ella, tomaron la decisión a tiempo. Su objetivo es claro: salvar vidas promoviendo la detección temprana.
Por Amalia y por todas
A eso de las 10:30 de la mañana del 6 de mayo de 2025, Piñeiro entró por la puerta trasera de la Oficina de la Procuradora de las Mujeres. Llevaba un traje largo negro y, debajo, una camisa blanca de mangas largas. En la mano cargaba un jugo de china, que más adelante mencionó: “Ya no están al mismo precio de antes”.
Al recibirme en el rosado salón de conferencias, se disculpó por el retraso. “Valiente, cariñosa, responsable, alegre, afectuosa”, se leía en una de las paredes. La entrevista estaba pautada para las 9:00 de la mañana, pero su llegada se retrasó por molestias asociadas a su estado de salud, explicó. Le aseguré que no era problema, y ella, con firmeza, respondió que, aunque no se sintiera del todo bien, no dejaría de cumplir con sus responsabilidades como Procuradora de las Mujeres.
Sentada en una de las sillas blancas que rodeaban la gran mesa de conferencias, mientras yo ajustaba mi equipo para comenzar la entrevista, Piñeiro rompió el hielo con su interrogación, “¿Por qué me elegiste para esta entrevista?”, preguntó. Respondí que la silla que ocupa no es una silla cualquiera, sino una que representa a todas las mujeres, y que me llamaba la atención conocer la trayectoria de quien ocupa ese cargo para defendernos.
Piñeiro expresó que uno de sus principales objetivos es transformar la percepción que tienen las mujeres sobre sus oportunidades y sobre la misma Procuraduría de las Mujeres. Quiere que las mujeres sientan que pueden echar hacia adelante y que la agencia no sea vista únicamente como una entidad reactiva. “Ya en un mes hemos estado encaminados para trabajar eso”, dijo, convencida de que la gente ha notado su llegada con ideas frescas y disposición para atender los temas que aquejan a las mujeres.
Reconoció que, si bien la erradicación de la violencia es una prioridad que jamás abandonará, también es necesario trabajar otras áreas.
Señaló que muchas mujeres permanecen en entornos dañinos, no por falta de voluntad, sino por la falta de oportunidades o desconocimiento sobre a dónde acudir. “Eso es lo que yo quiero lograr: estar en la calle para que la gente sepa que hay otras cosas, que hay manos amigas, que hay gente que las escucha y que el gobierno no está allá [arriba], sino aquí, donde está la gente”, concluyó.
Al dar por terminado la entrevista, Piñeiro continuó con sus labores y se dirigió a una reunión con el Centro de la Mujer Dominicana, una organización sin fines de lucro que ofrece asistencia a mujeres inmigrantes, particularmente dominicanas, que enfrentan situaciones de violencia doméstica, agresión sexual y otras formas de violencia de género.

