Proceso de siembra del recao de Daniel Rosado. Foto por: Viviana Y. Hernández Soto
Por: Viviana Y. Hernández Soto
«La agricultura es nuestra primera línea de defensa y tenemos que cuidarla y no la cuidamos», expresó el profesor de economía agrícola Javier Pérez Lafont.
La agricultura en Puerto Rico enfrenta una crisis que se agrava con la escasez de jóvenes dispuestos a involucrarse en este sector. A medida que la población agrícola envejece, la falta de nuevos agricultores pone en riesgo la seguridad alimentaria de la isla. “Competir en la agricultura en Puerto Rico, considerando los elementos sociales, políticos y económicos, es todo un reto, es difícil entrar al sector”, asegura Javier Pérez Lafont, profesor de economía agrícola de la Universidad de Puerto Rico en Utuado.
Déficit de jóvenes agricultores
El censo agrícola del 2022, reveló una tendencia inquietante; la edad promedio de los agricultores en Puerto Rico continúa en aumento, mientras que el número de jóvenes en este sector disminuye. Los datos establecen que solo el 5% del total de los operadores de finca tienen menos de 35 años, de 35 a 65 años ocupa el 53% y de 65 años o más ocupa el 42%. Este déficit de jóvenes levanta una preocupación sobre cómo se verá la agricultura en los próximos 20 años.


Foto por: Viviana Y. Hernández
En la Isla se visualiza la agricultura como un sector inviable y que de esta no se puede generar suficiente ingreso. Sin embargo, José Sánchez, joven agricultor de 34 años, dueño de su finca en San Sebastián y fundador de la página EcoTerra, difiere. Pues, “tú puedes tener un negocio agrícola rentable y puede generarle unos buenos ingresos”. También, la maestra de agricultura ocupacional en la Escuela Superior Domingo Aponte Collazo en Lares, Adamaris Lamourt, comentó que hoy día, aún hay personas que creen que “si no estudias, te vas a tener que ir para una finca a coger café” y tienen una perspectiva errónea de la agricultura. “Vemos la agricultura como un castigo, cuando la agricultura es uno de los pilares de la sociedad”, resaltó.
Según el profesor de economía agrícola, Pérez Lafont, esta percepción ha sido provocada debido a la situación económica que Puerto Rico experimentó en los primeros 50 años de su desarrollo, marcada por el monocultivo de caña de azúcar de esa época. Durante ese tiempo, más de 300,000 cuerdas de terreno se usaban para cultivar caña de azúcar, pero la mayoría de los agricultores no eran dueños de las tierras que trabajaban. Esto creó un problema económico, ya que la riqueza generada por la caña de Puerto Rico era controlada por inversionistas extranjeros, principalmente de Estados Unidos. Esto hacía que el cultivo de caña no fuera rentable para los agricultores locales, ya que las ganancias eran enviadas fuera del país.
Además, el profesor plantea que en el siglo 20 la práctica de la agricultura era muy diferente a la práctica de hoy. Antes, las familias eran numerosas, esto debido a que estaban asociadas con la agricultura para así poder trabajar y ser abundante en la mano de obra de la finca familiar.
Capacitación en la educación agrícola
La educación agrícola debe iniciar en las escuelas primarias, enfatizó la profesora de economía agrícola en la Universidad de Mayagüez, Alexandra Gregory. Hay que enseñarles de dónde provienen los alimentos, debido a que ayuda a ver al agricultor como alguien esencial, ya que muchas veces la figura del agricultor queda ausente, agregó la profesora. Además, “si tu no le enseñas desde los grados primarios la importancia de la agricultura, no puedes esperar que cuando grandes quieran estudiar agricultura”, opinó también el profesor de la UPR de Utuado.
Adiel Andino, joven agricultor de 23 años, estudiante de maestría en el programa de Protección de Cultivos de Ciencias Agrícolas en la UPR de Mayagüez y propietario de Finca Andino en Quebradillas, expresó que hace falta un modelo a seguir, que inspire a los jóvenes a estudiar agricultura, como lo hay en otras profesiones.
Todos los entrevistados concuerdan de que se debe promover la educación agrícola para obtener mayor interés de parte de los jóvenes al sector. Un ejemplo de esto, es Marlene Rodríguez Arocho, joven de 18 años y estudiante de bachillerato en Tecnología Agrícola en la UPR en Utuado, la cual luego de tomar el taller ocupacional de agricultura de la Escuela Superior Domingo Aponte Collazo de Lares, ofrecido por Adamaris Lamourt, tomó la decisión de matricularse al programa universitario. La joven relata cómo nunca se imaginó a sí misma en este sector y gracias a este taller descubrió su pasión por la profesión.

Foto suministrada por: Adiel Andino
A diferencia de Marlene Rodríguez, ninguno de los otros jóvenes entrevistados estuvo expuesto a la agricultura durante sus años escolares. Sin embargo, sí fueron expuestos a esta a través de familiares. El joven Adiel Andino, relató que fue su abuelo quien lo encaminó hacia la agricultura cuando le exhortó a su nieto a vender mangos por el vecindario y, al mismo tiempo, le enseñaba el camino a través de su pequeña finca. “Él tiene una gran influencia, porque él fue quien sembró esa semillita en mí, para desarrollarme y ver que puedo sacar el dinero de la agricultura”, admitió Andino. En el caso del joven José Sánchez, en una entrevista en su finca, relató cómo su interés por la agricultura comenzó debido a que su papá era agrónomo y “siempre andaba detrás de él”.
Acceso a Tierra
Obtener tierras cultivables y capital inicial es uno de los mayores obstáculos. Según el censo agrícola de 2022, el total de fincas en Puerto Rico es de 7,602, mientras que en el censo agrícola de 1987 el total de fincas era de 20,245. Así que, en 35 años hubo una disminución del 59% de las fincas. Como resultado de este encarecimiento de terrenos agrícolas los precios de estos han aumentado considerablemente debido a la creciente demanda.

A pesar de que existen leyes que buscan proteger los terrenos agrícolas y fomentar su uso, como la Ley. 26: Ley de Tierras de Puerto Rico, que busca preservar tierras de alto valor agrícola, la implementación efectiva de estas ha sido insuficiente.
“Si un joven quiere empezar, lo primero que necesita es tierra, un espacio, pero ahí, si tu no tienes el dinero ya estás pillado”, explicó el propietario de la Finca Andino. Por otro lado, la profesora Gregory comentó que esto no los debe desmotivar debido a que hay otras opciones, tales como alquilar un terreno, el cual “te ayuda a que, si no tienes el dinero suficiente para comprarlo, puedas empezar tu negocio agrícola”. Así como en el caso de Andino, quien tiene rentada media cuerda de tierra a su abuelo.
Además, hay ayudas financieras que podrían beneficiar al joven agricultor con la obtención de espacios; a través del Fondo de Innovación para el Agrícola (FIDA) y el Banco de Desarrollo Económico, no obstante, estas están condicionadas por varios requisitos, entre ellos, experiencia previa de tres años en el sector agrícola. El ex-secretario de Agricultura, el licenciado Javier Rivera Aquino, señaló que esa es la política pública y busca determinar si es razonable destinar dinero público a individuos que carecen de experiencia en el área.
Mientras, el profesor Pérez Lafont declaró la necesidad de facilitar el acceso a las tierras a través de la Autoridad de Tierras, particularmente a aquellos estudiantes que terminan grados asociados en la agricultura que tengan la capacidad de poder integrarse con facilidad al sector y así no tener que esperar tres años.“Si el estudiante acaba de terminar de estudiar la única forma es que le des la oportunidad de que se pueda integrar y pulir”, afirmó.
Ayudas disponibles pero difíciles de obtener
De acuerdo con el licenciado Javier Rivera Aquino, hay varios programas diseñados para jóvenes empresarios. Uno de ellos es BeginningFarmers Program de Farm Service Agency (FSA, por sus siglas en inglés). Este se le aprueba a jóvenes agricultores menores de 35 años con los cuales tienen un interés preferencial. Es decir, uno que no es el de mercado en el financiamiento, a estos se les ofrece un interés un poco más bajo para que puedan incursionar en la agricultura y, a su vez, cumplir con los términos de pago para este préstamo.
Añadió que en el Código de Incentivos hay varios programas, en el cual los jóvenes pueden recibir decretos de extensión contributiva, así como otras extensiones fiscales relacionadas con la propiedad y el equipo agrícola.
Sin embargo, todos los agricultores entrevistados concuerdan que es difícil acceder y gestionar las ayudas gubernamentales. El joven Sánchez menciona que solicitó un programa de Obra de Agricultura estatal de equipos hace tres años, y aún espera la visita. Daniel Rosado, de 35 años y dueño de su propia finca en Lares también experimentó problemas. Este intentó solicitar un pozo de agua hincado para su finca hace seis meses, pues aún no ha recibido respuesta y no obtuvo ninguna información sobre cómo realizar el proceso.
El licenciado Rivera Aquino, quien en su práctica privada ayuda a agricultores, afirma que el proceso para solicitar ayudas de parte del gobierno en ocasiones es lento. “No es la falta tanto de dinero, es la forma en que se maneja y la rapidez que se otorgan los mismos, pero siempre hay incentivo, lo que pasa es que idealmente debería haber más”, expone la profesora Gregory. A su vez, parte de la labor de un buen empresario agrícola es la búsqueda de incentivos, ya que al hacerlo puede vender en precios más bajos; por tanto, este puede competir con el producto importado, añade Gregory.
La profesora Gregory explica que, de no entrar más agricultores a la producción, eventualmente Puerto Rico estará a la merced de los productos importados y de los precios que ellos nos quieran vender. Es decir que, posiblemente el alza de los precios de muchos productos que se consumen y producen localmente pueden aumentar mucho más. Esto pone la seguridad alimentaria en riesgo, pues parte de esta no es tan solo tener los alimentos disponibles, sino también poder pagarlos. En adición, se vería afectada la soberanía alimentaria, ya que se estaría decidiendo qué comer con los precios impuestos.
El futuro de la agricultura en Puerto Rico depende en gran medida de la capacidad del sector para atraer y retener a jóvenes agricultores. Para ello, es crucial implementar políticas que ofrezcan financiamiento accesible, capacitación adecuada y un cambio en la percepción social sobre la agricultura. Sin estas medidas, el sector podría enfrentar una crisis aún más profunda, con implicaciones serias para la economía y la seguridad alimentaria del país.
Reportaje editado, para leer el original puede acceder a: Árido el Camino de los Jóvenes Puertorriqueños en la Agricultura
