Por: Sarah V. Platt, Ph.D
Es imposible conocer a ciencia cierta qué giro tomará la revolución digital. Lo que sí se puede hacer es analizar las tendencias actuales de los medios y en términos de su proyección actual, predecir qué patrones existen en cuanto a contenidos, producción, difusión y audiencias.
En la actualidad el gran debate gira entorno a la inteligencia artificial (IA) y su impacto tanto positivo como negativo en la sociedad. En el mundo de la comunicación masiva, ya existen robots capaces de producir noticias, manejar equipos de producción y hasta escribir guiones para cine. El potencial de la IA es abrumador y a menudo pone en riesgo el oficio periodístico, la ética y la credibilidad.
Charles Darwin escribió en 1809: «las especies más fuertes no son las que sobreviven ni las más inteligentes, sino las que mejor se adaptan a los cambios de su entorno».
Siempre digo a mis estudiantes que esta teoría es extrapolable al futuro de los medios masivos. Es decir, los medios de comunicación que lograrán sobrevivir en el futuro son aquellos que logren adaptarse a la tecnología, los cambios sociales y las necesidades e intereses de su audiencia. Los que incorporen y adopten formatos nuevos, los que fomenten la convergencia y sobre todo, aquellos que sean capaces de adaptarse a esta evolución tan veloz y cambiante, son los que tienen potencial de sobrevivir.
Y aunque lo único que sabemos es que los cambios son inevitables, seguimos sin poder predecir exactamente cómo serán los medios del futuro.
Según Kapuściński, «el periodismo se acaba cuando la noticia se hace mercancía».
Si partimos de esta premisa, la gran mayoría de medios tradicionales ha muerto desde hace tiempo ya. Las redes sociales han evolucionado radicalmente el ecosistema comunicativo y han provocado un aumento en audiencias desde otras plataformas más comerciales y mercantiles.
Los no tan nuevos medios convierten al usuario en consumidor y a su vez productor de contenido. Esta manera tan individualista y popular en redes, de contar historias desde el “POV” (point of view/punto de vista) llegó para quedarse.
Además, la posibilidad dual de producir y compartir contenido ha alterado la manera en que nos informamos, educamos, comunicamos y entretenemos. Producir y recibir información simultáneamente ha achicado más aún “la aldea global” de McLuhan. Más que nunca estamos conectados con lo distante y aislado de lo próximo.
El propósito esencial del periodismo es dar a los ciudadanos la información precisa y fidedigna que necesitan para desenvolverse y tomar decisiones informadas en una sociedad libre.
Esta cita y su conexión con lo anteriormente expuesto, me hacen pensar en el término periodismo ciudadano que se suele confundir a menudo. Si cualquiera es capaz de producir y difundir información sin limitación de tiempo y espacio, este escenario es ideal para la desinformación y la falta de ética. Una cosa es un ciudadano haciendo uso de la comunicación pública para difundir información y/o producir contenido, y otra muy diferente es poseer una formación, conocer acerca de los parámetros éticos y dedicarse al oficio periodístico. Cualquiera no es periodista ni puede (ni debe) llamarse así.
En mis clases de primer año hemos estado discutiendo la figura de los “influencers” en redes sociales y su efecto en la sociedad. Muchos están de acuerdo que consumen este contenido porque se sienten de alguna manera conectados o identificados con estas personalidades. Sin embargo, cuando se analiza la figura del «influencer», no es otra cosa que una mercancía o producto más que alimenta el sistema capitalista.
El «influencer» tiene la capacidad de influir en el comportamiento del consumidor gracias a su conexión con la audiencia y su poder de convocatoria en los medios de comunicación.
Un «influencer» es una persona que tiene una autoridad y relevancia, sobre todo en la cultura popular, y que por tanto es capaz de persuadir y cambiar el comportamiento y las decisiones de esta audiencia. Agencias y marcas quieren trabajar con personas influyentes en redes sociales para desarrollar sus estrategias de marketing.
«El medio es el mensaje” (“The medium is the message”) es una frase popularizada por Marshall McLuhan que significa que la forma de un medio se introduce en cualquier mensaje que transmita o transporte, creando una relación simbiótica en la que el medio influye en cómo se percibe el mensaje.
Las redes sociales son el medio y en el presente vemos cómo a menudo quién comunica y la manera en que lo hace, va por encima del mensaje que se comunica.
Resumiendo, no sabemos a ciencia cierta cómo será el futuro de los medios, pero sí podemos predecir que deben ser capaces de adaptarse a los nuevos cambios y retos que enfrentan las industrias y la era digital.
Segundo, la audiencia hoy busca identificación directa con sus fuentes de contenido. La figura del influencer llegó para quedarse porque alimenta una agenda mercantil que busca persuadir a la audiencia de comprar ciertos productos auspiciados por el influencer. Las redes y su conexión individual convierten a la audiencia en usuaria y productora de contenido aumentando su poder de elección de contenido y formatos en una infinidad de posibilidades.
Esperemos que al menos en el futuro se pueda continuar fomentando el buen periodismo- el periodismo de investigación, que profundiza y aporta al mejor entendimiento de los fenómenos, porque más que una tendencia, el buen periodismo es un derecho. Y esto es algo que rebasa la frontera del tiempo.
Sarah V. Platt cuenta con un doctorado en Comunicación Pública y Periodismo, una maestría en Periodismo y un bachillerato en Antropología y Sociología. Es profesora universitaria con quince años de experiencia internacional enseñando cursos de periodismo, comunicaciones, inglés/español y filología a nivel pregrado y posgrado. Actualmente es docente en la Universidad de Puerto Rico en Arecibo donde imparte los cursos Géneros Periodísticos, Fundamentos de la Comunicación e Historia y Desarrollo de la Radio y Televisión. Desde hace nueve años se desempeña como administradora del medio estudiantil Tinta Digital.

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