Por: Chabeli Iglesias Escabí & Antonio Mignucci
El manatí es un mamífero acuático que vive en las costas de Puerto Rico. Son más abundantes en la zona sur, suroeste y este de la isla, pero también se pueden encontrar en la zona norte, desde Manatí a Fajardo y en el área de Aguadilla e Isabela. Habitan en bahías protegidas de fuertes corrientes y oleaje, donde hay abundancia de alimento y cerca de las desembocaduras de los ríos. Son herbívoros, por lo que se alimentan de yerbas marinas y de otras plantas acuáticas que pueden encontrar tanto en el mar como en los ríos. Tienen pelos esparcidos por todo su cuerpo cilíndrico y de color gris, el cual termina en una cola aplanada en forma de cuchara. También tienen dos aletas delanteras que contienen de tres a cuatro uñas. Las madres tienen tardan 13 meses en parir y amamantan a su cría durante aproximadamente dos años, aunque la cría pasa tres años con su madre antes de independizarse completamente. Puede llegar a medir de 10 a 11 pies de largo y pesar 1,200 libras.
El manatí caribeño está designado por ley como el mamífero nacional de Puerto Rico, siendo el 7 de septiembre el Día de la Conservación del Manatí Caribeño. A pesar de estar protegido y de ser un animal muy pasivo, está listado como una especie en peligro de extinción. Su población en la isla ronda entre unos 500 a 600 individuos.
El manatí no tiene depredador natural en el mar. Sin embargo, el humano es su mayor amenaza. Como todo ser vivo, los manatíes mueren por causas naturales como enfermedades. Pero la mayor amenaza para esta especie son las actividades antropogénicas como los choques con embarcaciones, la contaminación, la basura, la destrucción de su hábitat y, en el pasado, la caza para el consumo de su carne.
Se ha identificado los choques con embarcaciones acuáticas como una de las principales causas de muerte en los manatíes. Los manatíes en el Caribe pueden nadar unas 20 millas por hora cuando quieren escapar rápidamente, pero usualmente nadan solo de 3 a 5 millas por horas. Al ser tan lentos en sus movimientos, la necesidad de salir a la superficie a respirar y la preferencia de aguas poco profundas para vivir y alimentarse los hacen más vulnerables a los choques con embarcaciones. El casco de las embarcaciones y sus hélices les pueden causar heridas y hasta la muerte. La contaminación en el agua puede ser causada por muchos de los productos que los humanos utilizamos diariamente como los pesticidas, herbicidas y detergentes. Las escorrentías y los químicos industriales también pueden envenenar el agua y el alimento que consumen los manatíes, así como la búsqueda y los derrames de petróleo. La basura en el agua, como las líneas de pesca, los anzuelos, las mallas de pesca y todo tipo de plástico, son extremadamente peligrosos para los manatíes y para otros seres vivos que habitan en los ecosistemas marinos. La ingesta de este tipo de basura le han causado heridas y hasta la muerte a manatíes. También pueden enredarse en las mallas de pesca y ahogarse o pueden morir por infecciones causadas por enredos con las líneas de pesca y anzuelos. La pérdida de hábitat es la amenaza a largo plazo más seria que enfrentan los manatíes y todas las especies de animales que viven en la naturaleza. El aumento de la población humana, junto con el tráfico de botes y jet skis, la basura y la contaminación causada por los humanos, ha ido degradando y, en muchos casos, eliminando el hábitat de los manatíes. Se han perdido muchas praderas de yerbas marinas, alimento principal de los manatíes, a causa de la contaminación, herbicidas, sedimentación, el anclaje de los botes y el dragado. Quedan muy pocos lugares en donde los manatíes pueden vivir fuera del peligro causado por actividades humanas.
Molestar, hostigar, tocar, acercarse demasiado a los manatíes, treparse sobre el animal, darle agua o comida y cualquier otro acto que cause un cambio en el comportamiento natural del manatí también son amenazas para la especie. Estas actividades pueden hacer que un manatí se vaya de su hábitat o puede causar la separación de una madre y su cría, situaciones que pueden amenazar la vida de los animales. Alimentar a los manatíes o darles agua puede alterar su comportamiento natural y condicionarlos a depender del humano para alimentarse y beber agua. También hay casos en los que los humanos los alimentan con productos y otros objetos que pueden causarles daño.
Los humanos tenemos la capacidad de destruir, pero también de transformar. Es por eso que exhortamos a la comunidad a que se unan al proceso de conservación y protección del manatí caribeño. Cuando estés guiando una embarcación, usa gafas polarizadas para eliminar el reflejo del sol y sea más fácil identificar un manatí en el agua. Evita navegar por aguas poco profundas cerca de la costa ya que puede haber un manatí alimentándose o subiendo a la superficie a respirar. Si navegas en áreas poco profundas, respeta los límites de velocidad y mantente alejado de las zonas protegidas para los manatíes. Recicla todo lo que puedas; tira la basura al zafacón y nunca dejes hilos de pesca, anzuelos, ni mayas en el agua. Si ves a un manatí en el agua, míralo de lejos, no lo toques, no lo hostigues y nunca le ofrezcas alimento ni agua. Proteger el hábitat de los manatíes y sus alrededores es de suma importancia para poder proteger la especie. La educación es una de las armas más importantes en todo este proceso. Y si ves a un manatí herido, muerto, huérfano o siendo hostigado, llama inmediatamente al Cuerpo de Vigilantes del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales al 787-724-5700.
Todos somos responsables de transformar positivamente cómo tratamos y convivimos con nuestro entorno y los manatíes. Necesitamos demostrar empatía hacia estas criaturas y salvaguardarlas para el futuro. Le hemos causado tanto daño que lo merecen, es más, se lo debemos. Juntos podemos ser entes de cambio y respetar, querer y amar a los manatíes, lo cual redundará en una mejor humanidad y un planeta más sano.
Chabeli Iglesias Escabí es educadora del Centro de Conservación de Manatíes del Caribe. El Dr. Antonio Mignucci es el fundador de la organización de conservación internacional Red Caribeña de Varamientos y director del Centro de Conservación de Manatíes de Puerto Rico de la Universidad Interamericana de Puerto Rico.
Lea también: Los humanos: Un peligro para los manatíes caribeños
